viernes, 29 de mayo de 2009

¡No se! Por tradición.

Hoy, con el buen tiempo, he visitado alguna terraza de verano que otra. El ambiente era bueno pero las conversaciones, algunas, dejaban que desear.
He descubierto por qué el Partido Popular (PP) tiene tantos votos en este país a pesar de ser uno de los partidos que menos representa a la democracia. Seguro que piensan los lectores que la causa es la herencia de una larga dictadura. Pues yo les digo que no. Presten atención al siguiente diálogo.
-¡Hola! ¿Qué haces?
_ Pues ya ves, pasando el tiempo.
- ¿Ya has pensado a quién vas a votar?
_ ¿A votar? ¿Pero otra vez hay que votar?
- Claro, esta vez votamos al Parlamento europeo.
_ ¡Buah! ¡Vaya rollo! ¡Ya estamos con las mismas de siempre!
- Bueno, las mismas de siempre no. En Europa se deciden muchas cosas que nos afectan directamente.
_ ¡Si, si! Si yo soy muy europeo.
- ¡Ah! ¿Y a quién vas a dar tu voto de confianza?
_ ¡Pues al PP! ¿no?
- ¡Claro, claro! ¿Y qué ofrecen esos?
_ ¡Ah! ¡Pues no se! ¡Lo de siempre! ¿no?
-¡Cómo que no sabes! ¿Votas a alguien sin conocer cuales son sus intenciones?
_ ¡Claro! ¿A quién voy a votar si no? ¿A los socialistas? No, no. Esos son muy malos.
- ¿Y los de PP son buenos?
_ ¡Ah no se! ¿no? ¡Son los de toda la vida!
- ¡Ya veo! Tú votas por herencia familiar.
_ ¡No se! Lo que se ha votado en casa toda la vida. Lo que nos recomendaba el Sr. Cura. No se. ¡Por tradición!

Este es un diálogo, más o menos reproducido fielmente, que he escuchado con mis propios oídos. Esto explica la cantidad de votos que reciben algunos.
Y yo digo, que si en vez de al Sr. Oreja o al Sr. Rajoy pusieran de candidato a Espinete o a Don Pimpón, seguirían votando en masa al PP.
Y mi conclusión es que no es por tradición sino por falta de cultura y por falta de una información veraz e imparcial que despierte la conciencia ciudadana.
En esta ciudad, por desgracia, seguirá gobernado la tradición.

sábado, 23 de mayo de 2009

Efecto socializador

Creyendo que eran los primeros síntomas de mi inseparable alergia primaveral me he percatado de que simplemente es un resfriado. ¡Qué chasco!
Mi amiga Núria se ha inventado una palabra que, obviamente, no está recogida en el diccionario de la Real Academia pero que a mí me gusta. El palabro en cuestión es “verdejada” es decir, irse de verdejos con los amigos. Debería la RAE recoger esta acepción y definirla como:

verdejada
- aquel acto social que realizan dos o más personas y que consiste en beberse dos litros de vino blanco elaborado a base de la variedad de uva verdejo.
- acción de mantener relaciones sociales dos o más personas regadas con un buen vino blanco verdejo.
- embriagarse a base de vino blanco verdejo acompañado de una o más personas.

Y no le falta razón a mi amiga Núria. Cada vez que viene a Burgos a visitarme terminamos celebrando el encuentro con una buena verdejada. Reconozco que soy un fanático de este tipo de vino blanco que, cada vez, está ganando más adeptos. Tiene, además, la propiedad de desatar la facilidad de palabra y la socialización. Las tertulias acompañadas de un buen vino verdejo son mejores tertulias y, si se acompaña con una buena tapa, los efectos socializadores se multiplican por dos.
¡Tímidos del mundo, apuntaos a las verdejadas y vuestra vida cambiará para siempre!

domingo, 10 de mayo de 2009

Perejil y tertulia

Hoy me he despertado a las siete y media de la mañana. Había mucha luz en la calle y los pájaros ya cantaban. Presagio de un buen día.
Esta semana ha estado mi buen amigo Jorge arreglándome un poco el patio. Y, por favor, no hagamos interpretaciones más allá de lo que simplemente quiero decir. Me explico. Yo vivo en un edificio de cinco plantas. Habito la primera de estas alturas y tengo derecho al disfrute de un enorme patio de vecinos. Siempre he tenido algunas plantas pero, en resumidas cuentas, soy un desastre de hortelano y jardinero y no estaban en muy buenas condiciones. Mi amigo Jorge sabe mucho sobre plantas, arbustos, macetas… y muchas otras cosas más que ahora no vienen a cuento. En fin, que estuvo en mi casa y me arregló el patio como Dios manda. Trajo plantas de tomate y de pepino. Unas flores que él dice que se llaman “tagetes”, no lo se muy bien pero, dice que son muy vistosas. Yo le creo porque Jorge nunca miente. También trajo plantas de romero, salvia y no se que otra aromática. En fin, que ha hecho que mi patio recobre vida y que las vecinas se vuelvan a asomar a las ventanas para algo más que tender la colada. Ahora me hablan y me preguntan qué es eso que tengo en los maceteros. Mira por dónde, Jorge ha logrado que se recuperen las tertulias de patio, género muy apreciado por algunos sectores.
Yo, queriendo seguir con la hazaña, he comprado algunas semillas para continuar con el cambio. Me acerqué a un centro de jardinería y compré dos cosas. Una regadera (dijo Jorge que sería muy buena para regar y no destrozar la tierra de las macetas) y unas semillas de perejil. Ha sido fácil. Abrir el sobre, esparcir las semillas sobre la tierra de un macetero y tapar con más tierra. Regar un poco después.
Hoy, gracias a Jorge, he tenido mi primera experiencia horto-frutícola. He plantado perejil y, lo más curioso, es que he cogido afición a esto de la huerta. ¡Vais a ver cuando se lo cuente a mis vecinas!

miércoles, 6 de mayo de 2009

El cambio

De repente un fogonazo de calor ha invadido mi vida. Así, sin avisar. Parece que ahora esto de ser primavera si es un poco más serio. ¿Durará?
Muchos saben del cariño que siento por una tierra llamada Euskadi. Desde que era bien pequeñito he pasado allí muchos veranos. Claro, allí hay playas y en Burgos no. Todavía recuerdo esa sensación de coronar un pequeño monte y ver la inmensidad del océano frente a mí. Recuerdo olores característicos que sólo se pueden apreciar en las zonas costeras del Norte. Eran olores nuevos. Una mezcla del olor a mar con eucalipto y cientos de plantas más. Euskadi es un vergel.
Después elegí realizar mis estudios universitarios allí. Cinco años de mi vida que jamás olvidaré. ¡Qué gente tan estupenda encontré! ¡Qué forma de comer, de beber…, de vivir! Nunca encontré problemas. Aun sigo volviendo cuando el tiempo me lo permite. Ya no concibo mi vida sin visitar aquella tierra, al menos, una vez al año. Pero tampoco entiendo que haya gente que no conozca Euskadi y que se niegue a hacerlo. Entiendo el grave problema que tienen los vascos (y el resto de españoles) con unos cuantos desalmados que dicen luchar por no se que ideario. Eso no es excusa para meter a todos en el mismo carro y negarse a visitar un lugar realmente hermoso.
Ahora ha habido un cambio histórico en Euskadi. Después de treinta años de gobiernos nacionalistas ha tomado las riendas una persona, Patxi López, que ve la realidad vasca desde otra perspectiva. De una forma más abierta al mundo y a la realidad.
Este cambio deja entrever un futuro nuevo y con aire freso y respirable. Ahora ya no hay excusa para no acercarse hasta allí.

viernes, 1 de mayo de 2009

¡El día de los paraguas!

Cuando llueve es más cómodo quedarse en casa al abrigo de la manta y del sofá. Esta vez no ha sido así. ¡Burgos ha despertado!


BAJO LOS PARAGUAS...
...BURGOS HA HABLADO!

Miles de burgaleses salimos ayer a la calle a pedir, una vez más, que no nos roben lo que es nuestro. Qué nos dejen en paz y que no queremos nada con quien sólo entiende de apropiarse de lo que no es suyo. Ayer Burgos, a pesar de la lluvia, supo salir para decir ¡NO!
¡Gracias Burgos!












¿A mano o a máquina?

A pesar de ser mayo, el frío sigue entre nosotros. Este año se ha vuelto perezoso y le cuesta emigrar hacia el Norte. Pero se irá.
Esta mañana temprano he salido a caminar por dónde acostumbro. Una mañana fría, con viento y algo lluviosa. Parecía ser otro día más pero algo ha cambiado de rumbo en mi imaginación. Suelo caminar por una zona paralela a un arroyo. Ahora en primavera el verde inunda todo. Los olores se entremezclan y el canto de los pájaros alegra el oído.
Pero hoy, en ese riachuelo, había una mujer lavando la ropa.
Si, si, como hace años hacían la mayor parte de las mujeres de este país. Ahí estaba, vestida de un riguroso luto, con el pelo recogido en un moño y remangada hasta los codos. Arrodillada, metía y sacaba las prendas de vestir en el agua que, intuyo, estaba algo más que fría. Frotando y volviendo a frotar. Remojando y escurriendo. Así hasta terminar con un gran cesto lleno de ropa hasta rebosar.
Yo se que esto se ha hecho toda la vida pero lo se por lo que me ha contado mi madre. A ella también la tocó hacerlo pero, claro está, era otro tiempo y otra forma de vivir.
Hoy, con las lavadoras, las secadoras, las lavasecadoras o las centrifugadoras, la imagen que he presenciado quedó atrás, al menos eso creía yo.
Todo esto ha hecho que me pregunte si el desarrollo, la ciencia y los avances tecnológicos son para todos. O quizás la diferencia radique en que lavar a mano en el río hace que la ropa quede mejor que si lo hacemos en casa con jabón de marsella y suavizante con aroma de mil flores.
¿Y tú cómo lo haces, a mano o a máquina?