Hoy he vuelto pronto a casa. Hace frío y no apetece andar por ahí. Además mañana quiero levantarme sin dolor de cabeza ni resaca. Quiero recordar lo que se siente.
Dice mi amigo Guillermo que quizás me esté volviendo un poco monotemático. Lo dice porque últimamente cuelgo muchas entradas poniendo de manifiesto mi rechazo a la pertenencia a esta comunidad autónoma, por decirlo de una forma correcta. Dice también que le gustan más mis entradas de vida personal.
Hoy le voy a hacer caso porque seguramente tenga razón. Además, a mi también me fastidia tener que hablar siempre de lo mismo.
Hoy voy a hablar de él. Es una persona que transmite tal confianza que no te queda más remedio que hacerle caso. La verdad es que tiene demasiada paciencia. No sabéis muy bien lo que tiene que aguantar. En primer lugar su trabajo. Se pasa las horas en el despacho rodeado de papeles y, algunos fines de semana, se los lleva a casa. Pero bueno, eso seguramente será muy parecido a lo que tenemos que soportar los demás.
Luego está la panda de amigos que tiene. A cada cual le da más preocupaciones. Yo me incluyo el primero porque debo hacerlo. No se si sabéis que entre todos hemos formado un grupo musical y creedme si os digo que tienen que arrearnos para que saquemos algo en limpio. Lo curioso es que luego gustamos pero, aquí vuelve el protagonista de esta entrada, si no es por Guillermo no somos capaces de mover un dedo. Somos un poco vagos, lo reconozco, y necesitamos tener a alguien encima. No me extraña que de vez en cuando se enfade. Yo le entiendo. Me hace mucha gracia cuando coge un instrumento y lo toca como abstrayéndose de todo. Da igual lo que le digas en ese momento porque todo le parece bien. Más tarde, tomando unas cervecitas con unas bravas, es cuando regurgita toda la información analizada, bien estructurada y empaquetada lista para llevar. Así es Guillermo y por eso me cae tan bien.
¿Se dará ahora por satisfecho? ¡No he hablado del monotema!
domingo, 26 de abril de 2009
jueves, 23 de abril de 2009
Hoy no es mi día
Ha amanecido y el día es bonito. Cielo azul y una temperatura agradable. A pesar de esto mi sueño no se ha cumplido. El 23 de abril sigue en la hoja del calendario.


Con el permiso del diseñador de esta imágen (muy sugerente) quiero aportar así mi granito de arena. Está claro que hoy no es mi día y no creo que lo sea nunca. ¡Feliz día de San Jorge!
viernes, 17 de abril de 2009
Los chupasangres
Un tímido sol se asoma entre los negros nubarrones. A pesar de que la primavera vino a ocupar su lugar, el invierno se resiste a abandonar el trono.
Otro golpe más. Y ya no se cuantos llevamos. He perdido la cuenta, no por falta de memoria (siempre se puede mirar atrás y hacer recuento) sino por cansancio.
Nunca he escondido mi desacuerdo (quizás algo más que desacuerdo) con esta imitación de región en la que se nos obligó a entrar hace más de 25 años. Nunca me he sentido parte integrante pero, lo que están haciendo, sólo va a acrecentar mi forma de pensar.
Son muchas cosas, como digo, las que se nos están robando pero, lo más valioso que yo tengo eso si que no se lo llevan. Soy donante de sangre desde hace bastante tiempo. Estoy muy orgulloso de serlo. Saber que estoy ayudando a alguien, aunque sea un desconocido, me produce un sentimiento de satisfacción que no tiene precio.
Pero ya no donaré más.
Siempre he donado de forma desinteresada, sin importarme a qué lugar llevan mi sangre pero siempre sabiendo que se analizaba en mi tierra, en uno de los centros de donantes más capacitado y más preparado y dando trabajo a un buen grupo de profesionales. Claro, pero este centro tiene un pequeño fallo: no está en Valladolid y eso lo convierte en no apto. ¿Cómo no habíamos caído antes en la cuenta?
Los chupasangres nos salen ahora con que es mejor que esté en aquella ciudad y que los demás sigamos donando como si no pasase nada. Otro robo más de tantos.
Insisto en que no donaré más mi sangre si se sigue en esta idea de centralizar todo lo bueno en el mismo sitio, y ya sabemos todos a qué sitio me refiero.
No acepto ni aceptaré nunca que se nos imponga desde fuera lo que debemos y no debemos tener. No dejaré que nos chupen la sangre hasta anularnos.
Ya ni siquiera me permiten sentir esa satisfacción de poder ayudar. Se que podría seguir dando mi sangre de forma desinteresada pero mi orgullo me lo impide.
Ya no donaré más.
Otro golpe más. Y ya no se cuantos llevamos. He perdido la cuenta, no por falta de memoria (siempre se puede mirar atrás y hacer recuento) sino por cansancio.
Nunca he escondido mi desacuerdo (quizás algo más que desacuerdo) con esta imitación de región en la que se nos obligó a entrar hace más de 25 años. Nunca me he sentido parte integrante pero, lo que están haciendo, sólo va a acrecentar mi forma de pensar.
Son muchas cosas, como digo, las que se nos están robando pero, lo más valioso que yo tengo eso si que no se lo llevan. Soy donante de sangre desde hace bastante tiempo. Estoy muy orgulloso de serlo. Saber que estoy ayudando a alguien, aunque sea un desconocido, me produce un sentimiento de satisfacción que no tiene precio.
Pero ya no donaré más.
Siempre he donado de forma desinteresada, sin importarme a qué lugar llevan mi sangre pero siempre sabiendo que se analizaba en mi tierra, en uno de los centros de donantes más capacitado y más preparado y dando trabajo a un buen grupo de profesionales. Claro, pero este centro tiene un pequeño fallo: no está en Valladolid y eso lo convierte en no apto. ¿Cómo no habíamos caído antes en la cuenta?
Los chupasangres nos salen ahora con que es mejor que esté en aquella ciudad y que los demás sigamos donando como si no pasase nada. Otro robo más de tantos.
Insisto en que no donaré más mi sangre si se sigue en esta idea de centralizar todo lo bueno en el mismo sitio, y ya sabemos todos a qué sitio me refiero.
No acepto ni aceptaré nunca que se nos imponga desde fuera lo que debemos y no debemos tener. No dejaré que nos chupen la sangre hasta anularnos.
Ya ni siquiera me permiten sentir esa satisfacción de poder ayudar. Se que podría seguir dando mi sangre de forma desinteresada pero mi orgullo me lo impide.
Ya no donaré más.
lunes, 13 de abril de 2009
Epístola a los Apolojetas
Hoy me apetece jugar con alguna palabreja extraña. En realidad se trata de un término inventado por mi buen amigo Aitor pero me sirve para iniciar esta historia.
…y dijo el Mesías a los Apolojetas: “respetad al prójimo y sus bondades. Nunca ansiéis sus tesoros ni sus grandezas. Sed humildes y, sobre todo, sed vosotros mismos si no deseáis desatar la ira de mi Padre”.
Pero el pueblo apolojeta (desposeído de cualquier conciencia o personalidad) desoyó los mandatos del elegido y cometió las mayores barbaridades jamás conocidas. Invadió a los pueblos vecinos y los sumió en la más humillante pobreza. Robó cuanto pudo, usurpó derechos y leyes que no le pertenecían. Secuestró a sabios, médicos y eruditos para beneficio propio.
Despojaron a los ciudadanos de todo cuanto poseían. Los Apolojetas, con su incansable deseo destructor, quisieron engrandecerse a costa de las civilizaciones vecinas por medio de la fuerza y de los más viles engaños.
Ante tal desafío, Dios, enfadado y vengativo, ordenó que el pueblo de los Apolojetas fuera desterrado a Pucellum, el lugar más inhóspito y desierto de la Tierra.
Con el paso del tiempo los apolojetas no desaparecieron. Sobrevivieron al ostracismo y descubrieron de nuevo su más primario instinto: terminar con cualquier tipo de progreso que no fuera obra suya. Hoy por hoy los Apolojetas habitan en el mismo lugar al que fueron expulsados aunque es conocido como Valladolid. Desoyen cualquier tipo de consejo, ignoran a cualquier dios y viven a costa del trabajo de los demás.
…y dijo el Mesías a los Apolojetas: “respetad al prójimo y sus bondades. Nunca ansiéis sus tesoros ni sus grandezas. Sed humildes y, sobre todo, sed vosotros mismos si no deseáis desatar la ira de mi Padre”.
Pero el pueblo apolojeta (desposeído de cualquier conciencia o personalidad) desoyó los mandatos del elegido y cometió las mayores barbaridades jamás conocidas. Invadió a los pueblos vecinos y los sumió en la más humillante pobreza. Robó cuanto pudo, usurpó derechos y leyes que no le pertenecían. Secuestró a sabios, médicos y eruditos para beneficio propio.
Despojaron a los ciudadanos de todo cuanto poseían. Los Apolojetas, con su incansable deseo destructor, quisieron engrandecerse a costa de las civilizaciones vecinas por medio de la fuerza y de los más viles engaños.
Ante tal desafío, Dios, enfadado y vengativo, ordenó que el pueblo de los Apolojetas fuera desterrado a Pucellum, el lugar más inhóspito y desierto de la Tierra.
Con el paso del tiempo los apolojetas no desaparecieron. Sobrevivieron al ostracismo y descubrieron de nuevo su más primario instinto: terminar con cualquier tipo de progreso que no fuera obra suya. Hoy por hoy los Apolojetas habitan en el mismo lugar al que fueron expulsados aunque es conocido como Valladolid. Desoyen cualquier tipo de consejo, ignoran a cualquier dios y viven a costa del trabajo de los demás.
domingo, 5 de abril de 2009
Rancios insultos
Tarde de domingo. A uno le invade ese malestar que anuncia el fin y el comienzo, la soledad y el barullo, la tranquilidad y el caos.
"¡Pero si yo no insulto nada! Comparado con lo que me insultan a mí... Podría llenar un espacio diario en 'La Mañana' con los insultos que recibo...", asegura Losantos.
Si, si, el mismísimo Federico Jiménez Losantos ha pronunciado estas palabras. Lo he leído en un periódico digital. He de decir que este personaje no me gusta en absoluto pero el titular era llamativo: Losantos abandona “La mañana” de la COPE.
Ya era hora de que los obispos se diesen cuenta del pecado que estaban cometiendo al mantener a este sujeto (con un cierto olor a rancio) al frente del programa más escuchado de esta emisora.
Pero la pregunta es ¿porqué la gente le escuchaba? ¿Qué clase de personas oían las sandeces que salían por la boca de este señor?
Personalmente creo que Federico era (es) nocivo para la salud de este país. No sólo debería irse de la COPE, debería abandonar el planeta o recluirse en una cueva dónde nadie le pueda volver a escuchar. Sirva este comentario para añadir un insulto más a esa larga lista de la que él presume.
"¡Pero si yo no insulto nada! Comparado con lo que me insultan a mí... Podría llenar un espacio diario en 'La Mañana' con los insultos que recibo...", asegura Losantos.
Si, si, el mismísimo Federico Jiménez Losantos ha pronunciado estas palabras. Lo he leído en un periódico digital. He de decir que este personaje no me gusta en absoluto pero el titular era llamativo: Losantos abandona “La mañana” de la COPE.
Ya era hora de que los obispos se diesen cuenta del pecado que estaban cometiendo al mantener a este sujeto (con un cierto olor a rancio) al frente del programa más escuchado de esta emisora.
Pero la pregunta es ¿porqué la gente le escuchaba? ¿Qué clase de personas oían las sandeces que salían por la boca de este señor?
Personalmente creo que Federico era (es) nocivo para la salud de este país. No sólo debería irse de la COPE, debería abandonar el planeta o recluirse en una cueva dónde nadie le pueda volver a escuchar. Sirva este comentario para añadir un insulto más a esa larga lista de la que él presume.
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