lunes, 16 de febrero de 2009

La especie imperfecta

Hoy hace un día distinto. Es invierno pero hace sol. Es invierno pero el termómetro marca casi diez grados en esta ciudad hogar del mismísimo invierno.
Es inevitable leer o escuchar estos días algo que esté relacionado con lo que le ha ocurrido a esta pobre chica sevillana. Ojalá todo esto no se repita nunca pero, puedo decir con casi toda la seguridad, que no va a ser así. Y lo digo porque quien ha cometido tan atroz crimen ha sido un individuo (o varios, aun no lo sabemos con certeza) perteneciente a la raza humana. Si, si, la raza humana, esa a la que ustedes y yo pertenecemos y a la que, de vez en cuando, nos avergonzamos de pertenecer.
¿Se imagínan a cualquier otra especie del reino animal haciendo algo parecido con sus semejantes? ¿A sus cachorros asesinando por placer y encubriéndose entre ellos? Difícil ¿verdad?
Y es que volvemos a lo de siempre. Los humanos son la especie más compleja y más avanzada de este planeta pero, también me atrevo a decir, la que más fallos presenta. Algo se nos ha debido quedar en el largo camino de la evolución que nos hace imperfectos. En demasiadas ocasiones demostramos ser los más animales entre los animales. ¡Qué pensarán ellos de nosotros! Y eso que tenemos normas y pautas de comportamiento y, lo que es más importante, los mecanismos para reeducar, enseñar y reinsertar a los individuos que se salen de la línea marcada (la línea del minino respeto al prójimo).
Pues algo debe fallar cuando cada vez es mayor el número de atrocidades cometidas entre congéneres. Y algo debe fallar cuando los que son capaces de semejantes atropellos son cada vez más jóvenes. ¿Qué les falta? ¿Dónde hay una solución? ¿La hay? Yo dudo mucho de que nuestra especie tenga arreglo.

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